miércoles, 5 de febrero de 2014

El sutil arte de detectar Camelos


Hace ya mucho tiempo terminé de leer un fascinante libro titulado "El Mundo y sus Demonios", escrito por el astrónomo y divulgador científico Carl Sagan (1934 - 1996), y siempre me llamó la atención, particularmente, un fragmento del libro por su notable caracter pedagógico (Cap. 12 "EL SUTIL ARTE DE DETECTAR CAMELOS") y decidí compartirlo porque considero que es muy evidente de que la sociedad lo necesita imperiosamente.
En este capítulo, Sagan nos brinda las herramientas para elaborar verosímiles argumentos frente a cualquier aseveración o como simple ejercicio intelectual, a la vez que nos permite detectar falencias (intencionales o no) en argumentos de otros, en cualquier ámbito en el que se quiera incurrir. En otras palabras, nos permite pensar y cuestionar de manera más precisa la realidad, de manera que las conclusiones que obtengamos se acerquen lo más posible a la "verdad".
Espero les resulte en un agradable ejercicio del razonamiento lógico, tal como a mí me satisfizo.

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"La comprensión humana no es simple luz sino que recibe infusión de la voluntad y los afectos; de donde proceden ciencias que pueden llamarse “ciencias a discreción”. Porque el hombre cree con más disposición lo que preferiría que fuera cierto. En consecuencia rechaza cosas difíciles por impaciencia en la investigación; silencia cosas, porque reducen las esperanzas; lo más profundo de la naturaleza, por superstición; la luz de la experiencia, por arrogancia y orgullo: cosas no creídas comúnmente, por deferencia a la opinión del vulgo. Son pues innumerables los caminos, y a veces imperceptibles, en que los afectos colorean e infectan la comprensión." Francis Bacon

"La base de la moralidad es... dejar de simular que se cree aquello de lo que no hay pruebas y de repetir propuestas ininteligibles sobre cosas que superan las posibilidades del conocimiento."  Thomas Henry Huxley

"Los hombres no osan reconocer, ni siquiera ante su propio corazón, las dudas que abrigan sobre esos temas. Convierten en mérito la fe implícita; y disimulan ante ellos mismos su infidelidad real a través de las fuertes aseveraciones y la intolerancia más positiva."  David Hume
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Capítulo 12: El Sutil Arte de Detectar Camelos (Pag. 232 - 239)

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El pensamiento escéptico es simplemente el medio de construir, y comprender, un argumento razonado y - especialmente importante - reconocer un argumento falaz o fraudulento. La cuestión no es si nos gusta la conclusión que surge de una vía de razonamiento, sino si la conclusión se deriva de la premisa o punto de partida y si esta premisa es cierta.
Entre las herramientas:

  • Siempre que sea posible tiene que haber una confirmación independiente de los “hechos”.
  • Alentar el debate sustancioso sobre la prueba por parte de defensores con conocimientos de todos los puntos de vista.
  • En Ciencia no existe la “autoridad”, como máximo, hay expertos. Así que los argumentos de la “autoridad” tienen poco peso puesto que las autoridades se han equivocado en el pasado y pueden hacerlo en el futuro.
  • Barajemos más de una hipótesis. Si hay algo que se debe explicar, piense en todas las diferentes maneras en que podría explicarse. Luego piense en pruebas mediante las que podría refutar sistemáticamente cada una de las alternativas. La que sobrevive y resiste esta selección darwiniana tiene muchas más posibilidades de ser la respuesta correcta mejor que si nos quedamos con la primera que se nos ocurrió.
  • Intentemos no comprometernos en exceso con una hipótesis porque sea la nuestra. Se trata sólo de una estación en el camino de búsqueda del conocimiento. Preguntémonos por qué nos gusta la idea. Comparémosla con las alternativas. Veamos si podemos encontrar motivos para rechazarla. Si no, lo harán otros.
  • Cuantifiquemos. Si lo que explicamos, sea lo que sea, tiene alguna medida, alguna cantidad numérica relacionada, seremos más capaces de comparar entre hipótesis en competencia. Lo que es difuso y cualitativo está abierto a muchas explicaciones.
  • Si hay una cadena de argumentación, deben funcionar todos los eslabones de la cadena (incluyendo la premisa), no sólo la mayoría.
  • La navaja de Occam. Esta conveniente regla empírica nos conduce, cuando nos enfrentamos a dos hipótesis que explican datos igualmente buenos, a elegir la más simple.
  • Preguntémonos siempre si la hipótesis, al menos en principio, puede ser falsificada. Las proposiciones que no pueden comprobarse ni como verdaderas ni como falsas, no valen mucho. Por ejemplo, si consideramos que nuestro universo es una partícula (por ejemplo un electrón) dentro de un cosmos mucho más grande. Pero si nunca podemos adquirir información de fuera de nuestro universo, ¿cómo podemos refutar la idea? Si damos la oportunidad a que escépticos por naturaleza sigan nuestro razonamiento para duplicar nuestros experimentos podremos comprobar nuestros resultados.


La confianza en los experimentos cuidadosamente diseñados es clave. No aprenderemos mucho de la mera contemplación. Es tentador quedarse satisfecho con la primera explicación posible que se nos ocurre. Después de todo, una es mejor que ninguna. Pero ¿qué ocurre cuando inventamos varias?

Además de enseñarnos que hacer cuando evaluamos una declaración de conocimiento, un buen equipo de detección de camelos también debe enseñarnos que no hacer. Nos ayuda a reconocer las falacias más comunes y peligrosas de la lógica y la retórica. Se pueden encontrar mucho buenos ejemplos en religión y política, porque sus practicantes a menudo se ven obligados a justificar dos proposiciones contradictorias. Entre las falacias se encuentran:

  • ad hominem: latín «contra el hombre», atacar al que discute y no a su argumentación (p. ej.: El reverendo doctor Smith es un conocido fundamentalista de la Biblia, por lo que sus objeciones a la evolución no deben tomarse en serio);
  • Argumento de autoridad (p. ej.: El presidente Richard Nixon debería ser reelegido porque tiene un plan secreto para terminar la guerra en el sudeste de Asia... pero, como era secreto, el electorado no tenía ninguna manera de evaluar sus méritos; el argumento equivalía a confiar en él porque era presidente: craso error, como se vio);
  • Argumento de consecuencias adversas (p. ej.: Debe existir un Dios que dé castigo y recompensa porque, si no, la sociedad sería mucho más ilegal y peligrosa, quizá incluso ingobernable. O: El acusado en un juicio de asesinato con mucha publicidad recibió el veredicto de culpable; en otro caso, habría sido un incentivo para que otros hombres matasen a sus esposas);
  • Llamada a la ignorancia; la declaración de que todo lo que no ha sido demostrado debe ser cierto, y viceversa (es decir: No hay una prueba irresistible de que los ovnis no estén visitando la Tierra; por tanto, los ovnis existen... y hay vida inteligente en todas partes en el universo. O: Puede haber setenta mil millones de otros mundos pero, como no se conoce ninguno que tenga el avance moral de la Tierra, seguimos siendo centrales en el universo.) Esta impaciencia con la ambigüedad puede criticarse con la frase: la ausencia de prueba no es prueba de ausencia;
  • Un argumento especial, a menudo para salvar una proposición en un problema retórico profundo (p. ej.: ¿Cómo puede un Dios compasivo condenar al tormento a las generaciones futuras porque, contra sus órdenes, una mujer indujo a un hombre a comerse una manzana? Argumento especial: no entiendes la sutil doctrina del libre albedrío. O: ¿Cómo puede haber un Padre, Hijo y Espíritu Santo igualmente divinos en la misma persona? Argumento especial: no entiendes el misterio divino de la Santísima Trinidad. O: ¿Cómo podía permitir Dios que los seguidores del judaísmo, cristianismo e islam —obligados cada uno a su modo a medidas heroicas de amabilidad afectuosa y compasión— perpetraran tanta crueldad durante tanto tiempo? Argumento especial: otra vez, no entiendes el libre albedrío. Y en todo caso, los caminos de Dios son misteriosos);
  • Pedir la pregunta, llamado también asumir la respuesta (p. ej.: Debemos instituir la pena de muerte para desalentar el crimen violento. Pero ¿se reduce la tasa de delitos violentos cuando se impone la pena de muerte? O: El mercado de acciones sufrió ayer una caída debido a un ajuste técnico y la retirada de beneficios por los inversores... pero ¿hay alguna prueba independiente del papel causal del «ajuste» y retirada de beneficios; nos ha enseñado algo esta explicación implícita?);
  • Selección de la observación, llamada también enumeración de circunstancias favorables o, como lo describió Francis Bacon, contar los aciertos y olvidar los fallos (p. ej.: Un Estado se jacta de los presidentes que ha tenido, pero no dice nada de sus asesinos en serie);
  • Estadísticas de números pequeños, pariente cercano de la selección de la observación (p. ej.: «Dicen que una de cada cinco personas es china. ¿Cómo es posible? Yo conozco cientos de personas" y ninguna de ellas es china. Suyo sinceramente.» O: He sacado tres sietes seguidos. Esta noche no puedo perder»);
  • Incomprensión de la naturaleza de la estadística (p. ej.: El presidente Dwight Eisenhower expresa asombro y alarma al descubrir que la mitad de los americanos tienen una inteligencia por debajo de la media);
  • Inconsistencia (p. ej.: Prepararse con toda prudencia para lo peor de que sea capaz un adversario militar potencial, pero ignorar las proyecciones científicas en peligros medioambientales para ahorrar porque no están «demostrados». O atribuir el descenso de la esperanza de vida en la antigua Unión Soviética a los defectos del comunismo hace muchos años; pero no atribuir nunca la alta tasa de mortalidad infantil de Estados Unidos (ahora la más alta de las principales naciones industriales) a los defectos del capitalismo. O considerar razonable que el universo siga existiendo siempre en el futuro, pero juzgar absurda la posibilidad de que tenga una duración infinita hacia el pasado);
  • non sequitur: «no sigue», en latín (p. ej.: Nuestra nación prevalecerá porque Dios es grande. Pero casi todas las naciones pretenden que eso es cierto; la formulación alemana era: «Gott mit uns»), A menudo, los que caen en la falacia non sequitur es simplemente que no han reconocido posibilidades alternativas;
  • post hoc, ergo propter hoc: en latín, «después de esto, luego a consecuencia de esto» (p. ej.: Jaime Cardinal, arzobispo de Manila: «Conozco... a una mujer de veintiséis años que parece tener sesenta porque toma pildoras {anticonceptivas}.» O: Cuando las mujeres no votaban, no había armas nucleares);
  • Pregunta sin sentido (p. ej.: ¿Qué ocurre cuando una fuerza irresistible choca con un objeto inamovible? Pero si existe algo así como una fuerza irresistible no puede haber objetos inamovibles, y viceversa);
  • Exclusión del medio o falsa dicotomía: considerar sólo los dos extremos en un continuo de posibilidades intermedias (p. ej.: «Sí, claro, ponte de su parte; mi marido es perfecto; yo siempre me equivoco.» O: «El que no quiere a su país lo odia.» O: «Si no eres parte de la solución, eres parte del problema»);
  • Corto plazo contra largo plazo: un subgrupo de la exclusión del medio, pero tan importante que lo he destacado para prestarle atención especial (p. ej.: No podemos emprender programas para alimentar a los niños desnutridos y educar a los preescolares. Se necesita tratar con urgencia el crimen en las calles. O: ¿Por qué explorar el espacio o seguir la ciencia fundamental cuando tenemos un déficit de presupuesto tan enorme?);
  • Terreno resbaladizo, relacionado con la exclusión del medio (p. ej.: Si permitimos el aborto en las primeras semanas de embarazo, será imposible impedir la muerte de un bebé formado. O al contrario: Si el Estado nos prohíbe abortar aunque sea en el noveno mes, pronto nos empezará a decir lo que tenemos que hacer con nuestro cuerpo en el momento de la concepción);
  • Confusión de correlación y causa (p. ej.: Una encuesta muestra que hay más homosexuales entre los licenciados universitarios que entre los de menor educación; en consecuencia, la educación hace homosexual a la gente. O: Los terremotos andinos están correlacionados con aproximaciones más cercanas del planeta Urano; en consecuencia —a pesar de la ausencia de una correlación así para el planeta más cercano y más imponente, Júpiter—, lo segundo causa lo primero
  • Hombre de paja: caricaturizar una postura para facilitar el ataque (p. ej.: Los científicos suponen que los seres vivos se formaron juntos por casualidad, una formulación que ignora deliberadamente la principal idea darwiniana: que la naturaleza avanza conservando lo que funciona y descartando lo que no. O, y eso también es una falacia a largo/corto plazo, los defensores del medio ambiente se preocupan más por los caracoles y los buhos moteados que por las personas);
  • Prueba suprimida, o media verdad (p. ej.: Aparece en televisión una «profecía» sorprendentemente precisa y ampliamente citada del intento de asesinato del presidente Reagan, pero —detalle importante— ¿fue grabada antes o después del acontecimiento? O: Estos abusos del gobierno exigen una revolución, aunque sea imposible hacer una tortilla sin romper antes los huevos. Sí, pero ¿en esta revolución morirá más gente que con el régimen anterior? ¿Qué sugiere la experiencia de otras revoluciones? ¿Son deseables y en interés del pueblo todas las revoluciones contra regímenes opresivos?
  • Palabras equívocas (p. ej.: La separación de poderes de la Constitución de Estados Unidos especifica que este país no puede entrar en guerra sin una declaración del Congreso. Por otro lado, los presidentes tienen el control de la política exterior y la dirección de las guerras, que son herramientas potencialmente poderosas para conseguir la reelección. Los presidentes de cualquier partido político podrían verse tentados por tanto a disponer guerras mientras levantan la bandera y llaman a las guerras otra cosa: «acciones de policía», «incursiones armadas», «golpes reactivos de protección», «pacificación», «salvaguarda de los intereses americanos», y una gran variedad de «operaciones», como las de la «Operación Causa Justa». Los eufemismos para la guerra forman parte de una gran clase de reinvenciones del lenguaje con fines políticos. Talleyrand dijo: «Un arte importante de los políticos es encontrar nombres nuevos para instituciones que bajo sus nombres viejos se han hecho odiosas al pueblo»).

Conocer la existencia  de esas falacias retóricas y lógicas completa nuestra caja de herramientas. Como todas las herramientas, el equipo de detección de camelos puede usarse mal, aplicarse fuera de contexto o incluso emplearse rutinariamente como alternativa al pensamiento. Pero si se aplica con juicio , puede marcar toda la diferencia del mundo, y nos ayuda a evaluar nuestros propios argumentos antes de presentarlos a otros.

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